AdBlue: limpio pero complicado
El AdBlue es una solución compuesta principalmente por agua desionizada y urea sintética. Se utiliza en los motores diésel modernos equipados con tecnología SCR (Reducción Catalítica Selectiva) para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), uno de los principales contaminantes generados por este tipo de propulsor.
Cuando el motor está en marcha, el sistema inyecta pequeñas cantidades de AdBlue en todo el escape, donde, mediante una reacción química, convierte los gases nocivos en nitrógeno y vapor de agua, elementos inocuos para el medio ambiente.
Este líquido comenzó a popularizarse en la segunda mitad de la década de 2010, cuando las normativas europeas sobre emisiones (Euro 6) se endurecieron y los fabricantes se vieron obligados a buscar soluciones para mantener vivos los motores diésel sin superar los límites contaminantes. Así, el AdBlue se convirtió en un aliado indispensable para marcas como Peugeot, Volkswagen, Mercedes o BMW, que querían seguir ofreciendo versiones diésel más limpias y eficientes.
Entre sus beneficios, destaca la drástica reducción de las emisiones de NOx —hasta un 90% menos—, lo que permite a los diésel cumplir con las exigencias medioambientales sin renunciar a su bajo consumo y elevado par motor. Además, el AdBlue no es tóxico ni inflamable, y su consumo es bajo: normalmente entre 1 y 2 litros cada 1.000 kilómetros.
Sin embargo, no todo son ventajas. El AdBlue ha protagonizado diversas polémicas y noticias negativas. Su cristalización en temperaturas bajas o por fallos de inyección ha sido fuente de averías costosas. En algunos modelos, especialmente de Peugeot, se han reportado casos en los que el líquido se fuga o se cristaliza en el sistema, llegando incluso a cubrir el cubrecárter y provocar fallos en el inyector del AdBlue. Este tipo de avería puede impedir que el vehículo arranque, ya que el sistema detecta una mala dosificación del producto.


Además, el coste de mantenimiento del sistema SCR y la necesidad de rellenar el depósito periódicamente han generado críticas entre los usuarios. Pese a ello, el AdBlue sigue siendo una pieza clave en la supervivencia del motor diésel en tiempos de electrificación y estrictas normas ambientales.